Lumínico temor. Personajes
que no se cuentan, no se observan, esos, intactos
asesinos que cohabitan con la asfixia.
Atisbos de miedo los niños corren en paroxismo.
No hay tiempo. Hoy la espera
se divide en ristras. Cárdena
bienandanza.
Lo advertí.
En la barda encristalada.
Quietud de animal ido.
Centinela prerrafaelita de noches
malogradas. Lo advertí.
Rasga ya la calma
su cuerpo solitario.
Kurdo
prejuicio de no saber —supongo— persigo; en todo lo que me contamina; make impure
apunta el diccionario Oxford, make impure.
Dicho, así, sólo por no dejar
[santa muerte:]
hueso, claro, hueso amarillo de perro, de oquedad, de plegaria; suma que no dice el silencio la tonadilla risible, sino el deseo, la ganga, tonadilla del llanto, voz de voces donde se entona la santa
[mujer:]
ella, bajo su trueque, desde el interior de su indiscutible aproximación, quizá el escenario donde empezar, caída de un prodigio donde empezar, el círculo, la grieta, el lugar en donde ella, siempre tarde, regresa, recomienza el solo movimiento, el agrado no pensado de un gesto
[chela:]
el lúpulo predilecto, anticipo al menos, ámbar de su amargura: negada la sed, transpiración como la repentina burbuja, hasta el húmedo examen de lo increado, como la boca malhadada, el rédito que fue, que, tal vez sosiego, quiero pensar o creer
[mal rato:]
imposible fue concebir el sueño, como el cansancio en el cuerpo, si bien fuera, pues, del matinal desvelo, un, no entiendo todavía, principio que no cuando despierto, ni porque los ojos arden, pueda volverse ceguera en sus dominios inexpugnable
[i. ocio:]
me vence el día. Mantenerme en pie, tal vez; sin embargo, me sostengo en un pivote menos amplio que, digamos, un mareo.
[ii. ocio:]
el ocio, poco; pero de vez en vez. Por otro lado, insuficiente. Sólo para salvar las insignificancias del día
[por la mañana:]
acidulado, como la nulidad, cómo, a la deriva. Sin pensarlo mucho me agrada lo falto de, es algo interno, un desmoronamiento
[repito:]
sólo para salvar las insignificancias del día… en segundos… con simulada reticencia
nadie volverá a ver mi rostro, por lo menos, en mucho tiempo —ahora lo sé, no hay nada más claro, lo sé, “Blake, Donne, Keats” como escribió Muriel Rukeyser, “then think”, ¿no? No. Qué le hago, las cosas son así, en eso consiste su profundidad, su admirable profundidad: Blake, Donne, Keats
[conjetura:]
concepto, ruego, flor colmada de evanescencia: ave de paraíso, pausa; ahora lo sabes, no somos más una concentración de anomalías; seamos, entonces, todo lo que podamos
[lectura de Levinas:]
hacia la periferia, bien podría imaginar, que ser un sujeto mezquino, que lo soy, a pesar mío, pero nunca del mismo modo; sin embargo, soy “benévelo”, sólo para emplear un cultismo innecesario
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