No. 133/CUENTO BREVE |
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Parusía |
Alejandro Espinosa Gaona |
facultad de filosofía y letrAS, UNAM |
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Y Dios, aburrido, le dijo a todos los ángeles en el cielo, hoy es el día. Y los ángeles revolotearon y se precipitaron para preparar todo. El escenario lucía impecable, la gran alfombra roja se extendía por todo el desierto del Sinaí. La humanidad estaba enterada, cada señal había sido cumplida con tanta precisión y gran maestría. El Apocalipsis sería una obra de arte brutal. Dios se ajustó sus mejores vestidos, iba desnudo, guiñó el ojo izquierdo a Lucifer y luego le dio un tirón de cola. El cielo se tornó carmesí, luego como un gran ojo de luz Dios y todo su séquito, ángeles y secuaces, descendieron. No pudo sentir lástima de sí por no experimentar la sensación de vértigo que acompaña al descenso. Aterrizaron sobre la alfombra roja, el humo se disipó y no vieron a nadie, ni un alma, nada. ![]()
Desconcertados giraron sobre sí como giroscopios delirantes. Dios abofeteó a cuanto ángel pudo. Tomó el revólver de cristal con el que destruiría la muerte y dijo: hoy liberaría al hombre hasta de su liberación como tenía que haber sido desde el principio, como lo había pensado. El revólver, trémulo, en su sien vaciló, un ángel que venía de con los hombres al oído le susurró: Sucede, Padre Todopoderoso, que hoy hay futbol.
Dibujo de Francisco de Anda, ENAP, UNAM
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