Conjugación
Suave aspereza de pieles reunidas.
Untan los segundos
nuestros rastros esparcidos.
Desnudo es tu cuerpo
una luz que me palpa.
Verbal es tu carne:
Presente perfecta.
Interiores
en ti,
hemisferio de mutismo y agonía,
se conoce el sabor de la carne,
las verdaderas viandas, el fruto real
que partimos como un pan en la aridez
que permanezca en penumbras
mi entrada, que permanezca en silencio
ese fraguar los jugos comunes
que solemos tener
vertida la niebla sobre los nombres,
allegados a la playa del instante
hay un mudo cometa y nos visita
cuando sabe que bastan los indicios
de una piel que en el otro se despoja
de todo coral y pertenencia:
para volverse inmensidad, anchura,
nunca enciendas las lámparas
quien se atreve destruye profecías,
el colibrí sumergido en tu remanso,
y no tenemos más.
Planta
Los cuervos me trajeron tus pupilas
como dulce simiente de tinieblas

las planté una noche en las almohadas
y crecieron con la furia de mi sangre
como frondas que enredaron a tu nombre
por qué no me acompañas a la sombra
si el amor es sólo un árbol de venganza.
Otra Circe
La voz:
caravanas de murciélagos dorados
sobre huesos sombríos.
Descubrí leves mares,
ríos tenebrosos
que mordían mis pies
por la noche.
En secreto
invoqué una llama
y germinó una mujer enredadera,
linfa nerviosa, horca de luz,
que me ahogó sin temor
en su tersa península.
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