No. 126/CUENTO BREVE |
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Valenta, Marek |
Alejandro Vázquez del Mercado Hernández
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UNIVERSIDAD PANAMERICANA |
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Tras este periodo sabático volvió a ser jugador de tiempo completo, pensando en prepararse para el torneo nacional. En 1951 ya era conocido prácticamente en todos los círculos ajedrecísticos de Europa oriental, particularmente por el rumor de que ganó una partida amistosa contra Paul Kerner (dato actualmente incomprobable). Según algunos testimonios, el reascenso de su carrera coincide cronológicamente con una obsesión que lo persiguió el resto de su vida. Escribió Artur Fomin en una nota biográfica para la publicación Stalemate:
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A finales de 1954 se dio cuenta de que las piezas eran contingentes; fue capaz de percibir al mundo en su totalidad, es decir, como categoría ontológica del ajedrez. Rechazó el tablero por considerarlo una creación para débiles mentales y comenzó a referirse al juego como “la abstracción de los trebejos”. El escritor argentino Honorio Bustos Domecq ironizó: “[…] tiene todavía sus propios trebejos, aquellos de los que nunca pudo librarse: alguna cara, un boleto, una sombra”.4 Se dice que el mismo Bustos fue a París en 1965 específicamente para conocerlo y que instado por él, poco antes de morir buscó el anonimato por medio de una artificiosa invención.
La relación de Valenta con la comunidad intelectual se fortaleció cuando apoyó al Frente de Liberación Nacional en Argelia a finales de los años cincuenta, lo cual no demeritó la admiración que Camus le tenía, quien incluso planeaba agregar un apartado sobre él en una futura edición de El mito de Sísifo. Apenas un par de años después, el ajedrecista fue considerado un traidor por alinearse con la causa imperialista contra Zambia y Malawi.
Fue en extremo versátil. Practicó el asesinato político, tradujo la obra completa de Marcial al checo, trabajó voluntariamente en los campos de arroz en Cambodia, fundó dos empresas trasnacionales y publicó un puñado de críticas de jazz (sobre todo de Miles Davis); cosas que a su vez eran reyes ahogados, peones colgantes, a veces todas juntas constituían un gran fianchetto. Una mañana de 1982, tras años de evadir infinitos jaques, Marek Valenta recibió un mate técnico de dos alfiles.
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Ilustración:
David Becerra, Tecnológico de Monterrey, Ciudad de México
1 En realidad una de las cuatro partidas resultó tablas. Se conservan
gracias a un sobrino de Lasker que se encargó de reconstruirlas a partir de transcripciones parciales y de difundirlas posteriormente en un panfleto. Actualmente se consideran una curiosidad y prácticamente no se estudian. 2 “Valenta: a diez años de su muerte”. Stalemate, año 15, No. 3; marzo, 1993. 3 Cfr. José Cruz Báez. 4 Cfr. Eugenio Ocampo. |
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