No. 120/CUENTO BREVE |
|
El viudo |
Diego Velázquez Betancourt |
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS, UNAM |
|
Quedó viudo muy joven, con los niños tan pequeños. Al cabo de cinco meses comenzó con aquello de: Laurita, venga al día de campo; Laurita, la invito a tomar el café; Laurita, le traje estas rosas. Me dijo que mi cabello (lo tenía hasta la cintura) le recordaba al de su mujer muerta, sólo que el de ella era más corto. Rebajé el tamaño de mi melena hasta los hombros. Él dijo: sólo que el de ella era más corto. Lo corté aún más. Él dijo: ella era rubia. Me costó trabajo dar con el tono preciso. Él dijo: no tan rubia. Alguna vez, tomando café en la cocina de su casa, me confesó que la muerte es algo terrible, que parte de tajo el tiempo, que te deja mudo como ante una puerta que se cierra de golpe. Tantas cosas que no había podido decirle a su mujer, que por culpa de aquella enfermedad, de aquella larga agonía se habían quedado en el tintero. Los últimos tiempos fueron terribles: deslizar un comentario inoportuno incrementaba los angustiosos Una tarde que regresé del trabajo, los niños no vacilaron en llamarme mamá; en mi cumpleaños, el abuelo me preguntó por qué no adelgazaba, como cuando era soltera; en el supermercado una cajera me felicitó por mis vástagos: son su vivo retrato, señora. Era todo lo que tenía que decirte. ![]() |
Dibujos de Tania Hernández Franco, Escuela Nacional de Artes Plásticas |
Leave a Reply